Desmintiendo a Goebbles: una mentira, por muchas veces que la repitas,
nunca se convierte en verdad. Puede suceder que seas capaz de engañar a
mucha gente, sobre todo si creer en la mentira es más fácil que creer en
la verdad, pero nunca conseguirás que las mentiras digan la verdad.
Israel ocupó por la fuerza tierras que eran de otros y, por tanto, sus
actos son de agresión, no de defensa. Se defiende que quien ve su tierra
ocupada, no quien la ocupa. Antes que ocupar la tierra
de otros, hay que ocupar el lenguaje. Esa es la primera batalla. El
inmeso territorio de las palabras. Afortundamente, las mismas palabras
que elaboran mentiras sirven para cuestionarlas. La literatura suelen
ser palabras que cuestionan otras palabras asumidas previamente como
verdaderas, relatos que cuestionan los relatos oficiales, los
imaginarios dominantes. No hay literatura inocente. Del conflicto
palestino tenemos relatos que lo reducen a un juego de espías, por
ejemplo. Y otros que nos hablan de una desesperanza tan profunda que se
convierte en bombas andantes a punto de estallar. Las dos hablan del
mismo hecho, pero sólo una se acerca al infierno verdadero.