definición de la Rae

Desacato. (De desacatar). 1.m. Falta del debido respeto a los superiores. 2.m. Irreverencia para con las cosas sagradas.
La literatura o es desacato o no es nada (creo)

domingo, 20 de diciembre de 2015

Vendo mi voto


Porque
Después del 15M y su demanda de pureza democrática hemos asistido a la campaña espectáculo más desvergonzada de todas.
No sólo no creo en los líderes, sino que cualquier líder, cualquiera que se postule como tal, que actúe como tal, es el enemigo.
Todo se mueve dentro de los parametros del Sistema (yo también). En esta campaña nadie ha hablado de decrecimiento, ni de superar el capitalismo, ni del futuro terrible que se avecina de seguir así.
Parece ser que en un sistema donde todo es mercancía, absolutamente todo, yo no puedo vender mi voto, sino tan solo esperar a que otros lo vendan por mí más tarde. Sólo puede esperar a ser vendido en alguna inconfesable transacción de la que ni siquiera tendré noticia cierta.
Ahora, si nadie me lo compra, si nadie lo quiere (el precio es negociable, puedo hacer rebajas) quizá me acerque al colegio electoral y lo arroje gratis a la urna, igual que esos campesinos que derraman la leche que otros les compraron por debajo del precio de producción.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

"Mi patria es el monte" dijo Zalacaín. Por eso nos gusta Baroja, porque alentó ciertos sueños juveniles. Discrepo, sin embargo, en que esté más vivo que Machado, por ejemplo. Si la juventud es devota del Baroja aventurero, la madurez se detiene con Machado frente a los Olmos secos. Y admira su resistencia civil frene al fascismo y su muerte en el exilio. Baroja pudo elegir entre el exilio heroico, y desolado, o volver a España (sus paseos por El Retiro, su caserón de Itzea) y eligió esto último pese que a cambio tuviese que vender su alma al diablo. Su juramento en Salamanca, su aquiescencia frente al fascismo, también contrasta fuertemente con el último acto de Unamuno: "venceréis pero no convenceréis". Un bel morir tutta una vita honora. O quizá no. Disyuntiva esta muy barojiana, muy humana.
De su generación, Pío Baroja es el escritor que sin lugar a dudas sigue de verdad vivo. Pero ¿por qué lo seguimos leyendo? Miguel Sánchez-Ostiz explica sus razones, y quizá las nuestras, ahora que ve la luz «Los caprichos de la…
abc.es

sábado, 8 de agosto de 2015

Hayedo


Foto de Pedro Sáez.
Foto de Pedro Sáez.
Foto de Pedro Sáez.
Foto de Pedro Sáez.

Las repoblaciones con pinos son franquistas, rectilíneas, geométricas, de la época del ICONA. Esos pinos quizá no tengan la culpa, ni por supuesto la más remota idea de que forman parte de un ejército de ocupación, pero en muchos montes de la península fueron desplegados como una auténtica infantería invasora que ahogó a la arboleda vernácula y desfiguró el paisaje con su geometría militar. Así en el hayedo de Tejera Negra, en la Sierra de Ayllón, en la frontera entre Segovia y Guadalajara. Que un hayedo habite tales latitudes ya es un milagro; que regrese tras haber sido talado a mata rasa en los años 60, es pura cienciaficción; que lo haga, además, abriéndose paso en la espesura de un pinar beligerante es una hazaña digna de ser cantada por Homero. Pero aquí están, las hayas del sur, luchando contra la sequía estival, la avaricia humana y la competencia involuntaria de los pinos. Emociona verlas con esa decisión intachable, dispuestas a vivir a toda costa, embelleciendo el mundo con sus ocres otoñales y el olor rugoso de sus hojas muertas.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Que hay una conexión con el animal es una obviedad. Lo que pasa que va tan rápido que suele matarlo. A mí me gusta una conexión bastante más lenta. Se llama caricia. Puedo disparar cientos de caricias en una hora. A los perros les encanta. A los gatos les da igual.
La norteamericana Sabrina Corgatelli participó en un programa de NBC para defender la caza Hay una conexión con el animal
internacional.elpais.com|De Ediciones El País

La piedra asimétrica

Empieza Agosto y las asimetrías nos despellejan. Los aeropuertos se llenan de viajeros a punto de embarcar. El sur espera con los brazos abiertos y las venas abiertas. Allí, sin embargo, no hay inspecciones técnicas para aeroplanos, sino carpinteros de rivera calafateando pateras y cayucos con estopa. En un caso todo serán facilidades en el tránsito, no más molestas que satisfacer tasas, pagar visados o ponerse alguna que otra vacuna contra enfermedades raras. En el otro, se inicia una aventura de final incierto y diversas certezas: se pasarán penurias, nadie tendrá tregua y la conquista de la dignidad se comprará con sangre.
Las asimetrías son largas: kilómetros de vallas o leguas marítimas; y oscuras, centros de retención y celdas abarrotadas. No hay hoteles ni sábanas blancas a este lado del estrecho. Quizá sí, si se tienen los papeles apropiados, pero esto es más difícil que una lluvia de whisky. En los CIEs, cárceles para inmigrantes, se puede penar durante años delitos no juzgados o ni siquiera existentes. Los viajeros en el sur vivirán aventuras prefabricadas, salvo que el ISIS ande cerca. Cuando los problemas son severos, no se cambia de táctica, sino de destino. Así el Rally París-Dakar, que conserva su nombre pese a que ahora pisotea desiertos americanos.
Los gobiernos de Europa han decidido reforzar esta situación, y la masiva respuesta de sus ciudadanos ha sido acudir en tropel a las agencias de viajes para sacar su vuelo veraniego. Necesitamos olvidarnos de los problemas en las vacaciones de verano. Narcóticos, chutes, drogas duras.
Pero dicen que India pronto tendrá más habitantes que China, y que el cambio climático acelerará los flujos migratorios, las guerras, el hambre y la barbarie. No he visto a ningún partido político, emergente o viejo, que ni de lejos plantee un discurso serio sobre estos asuntos turbios. Nadie lo menciona. Nadie menciona el mundo donde vivimos. Nadie menciona nuestra parte oscura. Dicen también que el ordenador con el que escribo estas líneas utiliza materiales manchados de sangre de coltán africano. Y este hecho es otra asimetría más y un símbolo que hiere. Es mejor irse de vacaciones, sí. Me tiro yo la primera piedra. Esa, para mí. Pero en vez de autolapidarnos con ella, empecemos a construir un mundo más justo antes de que este se nos caiga definitivamente encima.

viernes, 8 de mayo de 2015

La última novela de Rafael Reig



La última novela de Rafael Reig (Un árbol caído, Tusquets, 2015) nos vendría a decir que la escritura de novelas es una especie de fraude que intenta imponer sentido donde no lo hay, es decir, en la vida. Pero dejándonos llevar por esa misma premisa de desconfianza hacia la ficción, cabría cuestionarla legítimamente puesto que aparece en una novela y las novelas, según Reig, no son fiables. Estaríamos entonces ante esa aporía que acosa siempre a los mentirosos. Si un mentiroso afirma lo siguiente: “lo que dicen los mentirosos es mentira”, ¿estaríamos ante la declaración de una mentira o de una verdad? Yo, por mi parte,  prefiero desconfiar sólo de las ficciones que pretenden construir sentidos tranquilizadores, de las ficciones halagadoras, de las ficciones benignas e invulnerables, esas que nos ponen en paz con nosotros mismos y con el mundo. Es el tipo de  ficciones que acaba escribiendo, precisamente, uno de los personajes de la novela, un tal Pablo Poveda, rutilante ganador del premio Planeta. Esas ficciones ofrecen un sentido falso y su función no es distinta a la de un partido de fútbol. En ellas, si tu equipo marca un gol, todo cobra sentido. Y esas ficciones son tan tramposas que tu equipo marca siempre el gol de la  victoria. Es decir: pura morfina. Pero no es el caso de la novela que nos ocupa hoy, como no lo es nunca en las mejoras ficciones que hemos leído a lo largo de nuestra vida, donde el único sentido que se desprende es la falta de sentido o, en todo caso, la lucha inútil de los personajes por construirse uno. Tan es así, que la mejor frase de una novela llena de frases memorables es aquella en la que Tony, cuestionando la famosa afirmación de Camus acerca del suicidio como el gran problema de la filosofía, acerca de si la vida merece la pena de ser vivida o no, construye su propia interrogante y declara que lo importante es lo siguiente: “¿cómo voy a vivir para que merezca la pena haber vivido?”.  Algo que nos recuerda este otro aforismo que se escucha a veces por los bares en boca de filósofos anónimos y probablemente borrachos: “el problema no es si hay vida después de la muerte, sino si hay vida antes de la muerte”.  Y lo que esta novela nos dice, entre otros muchas cosas, es que no siempre hay vida antes de la muerte, que la renuncia a los propios sueños es una forma de muerte, que la renuncia a crear un mundo más justo es una forma de muerte, que el desprecio a los diferentes y raros es una forma de muerte, que estar siempre pendientes de la foto fija de nuestro ego es una forma de muerte y, finalmente,  que escribir novelas para intentar ganar el premio planeta es una forma de muerte absoluta; y que todo ello, por supuesto, carece por completo de sentido. De ahí que el único personaje de toda la novela que de verdad vive para que la vida merezca la pena sea precisamente aquel que la sociedad ha decidido excluir por su aparente anormalidad, por su aparente falta de sentido, es decir, Lou, es decir, la chica con síndrome de Down. Lo cual nos lleva de nuevo a la paradoja del principio: expresar la falta de sentido es el sentido mismo de las mejores ficciones y quizá, también, de las mejores vidas, porque lo demás suele ser un absoluto fraude y un intento de consuelo destinado probablemente al fracaso.

sábado, 11 de abril de 2015

Cervunal

Todos volvían de su Semana Santa recreativa y yo salía hacia el Gredos más alto, hacia el Cervunal. Al llegar al Valle del Tormes ya no había nadie, salvo los de siempre, ganaderos y hortelanos y algún mastín despistado que hacía como que cuidaba de un rebaño. También vi lo que sólo queda en estos pueblos detenidos: un anciano con su boina y su burro cabizbajo, resignados ambos a trabajos inauditos y a ser la estampa de un mundo perdido.
Remontar los inmensos valles de Gredos y sus cordales rocosos, llenos de retama. Alcanzar un valle alto que fue en su día sede de un glaciar. Tomar posesión de un pequeño refugio donde pasar la noche y que alguien bueno se ocupó de proveer de leña, velas y cerillas. En Gredos hay muchas de estas cabañas menudas, circulares como las antiguas pallozas celtas de las que guardan memoria. Cae la noche y me leo en el ebook un relato de miedo. Mala idea. Ahora cualquier ruido es el avance de un fantasma. Duermo mal, sí. Amanezco entre una espesa niebla. Todo muy céltico, pero así no se puede subir a la cumbre llena de nieve. La niebla y la nieve son una mezcla letal, un puré de patatas en la que te pierdes al menor despiste. Pero quiero imaginar que quizá un poco más arriba luzca el sol. Avanzo hacia arriba con esa esperanza, la de atravesar las nubes. Y, en efecto, de repente aparece un universo diferente: el sol destella sobre la nieve y perfila nítidamente las líneas de la montaña.
Hay que subir deprisa porque la niebla también trepa, viene detrás. Nunca he echado una carrera contra agua condensada. Mola, pero es cansado, y produce cierta angustia. En la cumbre veo esto: al norte un mar de nubes precioso y amenazante. Al sur el macizo central de Gredos, del que ahora formo parte. El Cervunal es el extremo norte del cordal más elevado de todo el Sistema Central, el nervio de granito cuyo centro es la Galana y que va detenerse en el Almazor. Abajo está la laguna cimera, helada. Mucho viento y la niebla que sube. Así que me largo, no sin antes haber tenido la experiencia mística del día: un águila refrenado por el viento planea apenas a 6 metros por encima de mi.
Cuatro horas después estoy tomando cerveza en Hoyos del Espino, viendo la montaña que acabo de subir justo encima de la espuma prometida. Este es el final ideal de cualquier montaña: la cerveza y la luz.


viernes, 10 de abril de 2015

Nunca un accidente de montaña suscitó tanto interés. Nunca un gobierno movilizó tantos recursos para rescatar a unos escaladores en un país extranjero. De hecho, puede que fuese la primera vez. Recuerdo varios ejemplos en los que el gobierno no hizo nada. Ni nadie se lo pidió, tampoco. Los montañeros serios que van a países pobres saben que la mayoría de las veces contarán sólo con sus propios recursos y el de los medios locales, casi siempre escasos y precarios. Es la ley de la montaña. En 2009 Oscar Pérez moría en el Latok y la movilización para acudir en su ayuda fue espectacular. Pero de sus amigos y colegas. Jordi Tossas, por ejemplo, se lo jugó todo, sin apenas aclimatar, para subir a los 7000 metros donde estaba Oscar malherido. Había volado desde los Alpes por sus propios medios. El verano pasado un espeleólogo español aguardó en Perú la ayuda de sus colegas, no de su gobierno. Lo sacaron vivo. Parece que en este caso, el hecho de que los accidentados fuesen policías facilitó la ayuda del ministerio del interior. Nada que objetar, salvo que si se ayuda a unos, hay que ayudar a todos, so pena que sospechemos corporativismos y distingos inaceptables. Ahora se acusa a la gendarmería marroquí de negligencia en el rescate. Puede ser. Pero hay que recordar que el Atlas es un ámbito de recursos medievales donde la gente muere de desnutrición y frío. Una gente, los bereberes, tan hospitalara como pobre y orgullosa. Deberíamos quizá preocuparnos de eso, y del papel de la diplomacia española en el sostenimiento de una monarquía anacrónica. Sólo la cochera del monarca tiene más recursos que toda la sanida pública del Atlas. Si Marruecos fuese un país justo, la gendarmería podría ayudar mejor a los turistas en apuros. Insisto, un montañero no debería pedir explicaciones a nadie si las cosas se tuercen. Eso va en el sueldo. Eso va en esta pasión inútil a la que nos hemos enganchado. Si la ayuda llega, tanto mejor. Si no llega, es el precio asumido. El precio de ser pájaro. DEP

sábado, 21 de marzo de 2015

Día del padre

HOY TAMBIÉN HABLO DE MI PADRE

La última cosa que mi padre vio,
fue la nieve en las ramas del almendro:
se insinuaba más allá de la ventana
como una mano
acogedora.

Aquel día era Febrero,
y los diarios se ocupaban de Nadal,
el campeón de tenis,
consagrado en Australia
como leyenda del deporte español.
Mi padre no era aficionado a los deportes,
y llevaba mal el boato de banqueros,
reyes, estadistas, que lo financian todo
para mayor gloria de sus egos.
También hablaban de la nieve,
los diarios,
pero no como ocasión para la belleza,
la alegría y los bolazos de los críos,
sino porque así podían criticar
la falta de previsión del gobernante,
los atascos que no supieron atajar,
el colapso de las comunicaciones
que consumaron con su desidia.
Las ramas de los almendro son quebrables,
y el exceso de nieve puede herirlas
con consecuencias tristes.
Son hilos que se rompen para siempre
y así.
El gobernante tampoco supo prevenir esa desgracia
Después de la muerte de mi padre,
aquella mano acogedora y blanca
cayó hacia el suelo lentamente,
con un suave crujido de fibras vencidas.
Por lo que se ve,
los árboles también suben y bajan la mano al despedirse.

Ulises

Un amigo cruza la penísula de lado a lado. Lo hace para comprar un viejo furgón con 300.000 kilómetros a cuestas. Piensa instalar en él un puesto de comida ambulante. Utilizará sus herramientas para adecuar el cacharro. Cortará, pulirá, fresará, soldará, pintará. Seguirá buscando gangas con las que equipar su inventó. Piensa ganarse así la vida, viajando por playas y fiestas, vendiendo bocadillos y cerveza. Sonríe. Nos damos la mano y le despido. Le veo alejarse en el viejo furgón bajo la lluvia. Esto es la épica.

jueves, 19 de marzo de 2015

fetichismo óseo



En el mismo día dos noticias sobre Miguel de Cervantes, las dos relacionadas con su ADN fantasma.
En Madrid se cierran servicios de bibliotecas al tiempo que se abren criptas polvorientas. El legado del vate no está en lo escrito, al parecer, eso no cuenta, sino en su capacidad para aportar prestigios a los carroñeros.
¿Alguien puede explicar la razón de ese afecto por las reliquias? Una superstición católica, seguro. En un país que gusta venerar huesos de santos, Cervantes bien puede ser el santo laico al que adorar en el altar de un ayuntamiento bochornoso.  Puro marketing político para beatas y beatos. Gente que no ha leído en su vida El Quijote, seguramente, ese inextinguible universo de palabras inteligentes,  pone los ojos en blanco ante el magno acontecimiento de unos huesos mudos.   
Botella dice que esta búsqueda épica (sin éxito posible, puesto que no hay ADN con el que cotejar los despojos) es una gran aportación a la historia de España. A su curriculum, en todo caso. Un broche de hojalata a una gestión olvidable, salvo por aquel memorable sketch del relaxing cup of café con leche, cuando los juegos olímpicos nos iban a hacer inmortales. O por el spa de Lisboa, mientras el Madrid Arena era un patio de Monipodio con niñas muertas. ¿Qué hubiese dicho Cervantes en ese trance? Don Quijote se habría lanzado a por ellos al galope. A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar. Pero antes habría intentado salvar a las niñas.

 La otra noticia la trae otro genio del humor, Jordi Bilbany. También él se pone a hurgar en los huesos de Cervantes. Afirma que Cervantes era catalán. Bueno, podría ser, a quién le importa. Lo que estremece es su argumento. Cervantes es catalán, según el historiador Bilbany, porque critica todo lo castellano y ensalza todo lo catalán. Ergo, es catalán. Olvida Bilbany que la buena literatura es siempre crítica, especialmente con aquello que conoce. Olvida esa vena de la literatura castellana  que es terriblemente crítica con el país que habita (la picaresca, La Celestina, Cervantes, incluso el conservador Quevedo); “los heteredoxos” los llamaba Menéndez Pelayo; pájaros que ensucian su propio nido, que diría Goytisolo. Da igual. Estremecen mentes tan estrechas como las de Bilbany, pura expresión de hasta dónde puede llegar el sectarismo nacionalista. Según él, Marsé debe ser paraguayo, puesto que critica muchos aspectos de la vida catalana. Yo me siento orgulloso de Cervantes, sí, pero también de Tolstoi, por ejemplo. Qué más da. Lo que causa orgullo es la capacidad del ser humano para crear inteligencia y belleza.
Vamos a dejarles a los nacionalistas (españoles, catalanes, o de donde sean) los huesos de Cervantes, para que se peleen por ellos a dentelladas. Nosotros preferimos leer sus libros.        

martes, 24 de febrero de 2015

La Mali


La Maliciosa (2227m) es esa montaña que aparece como fondo de algunos cuadros de Velázquez y Goya, ni siquiera el Anapurna ha tenido el privilegio de ser pintada por esos maestros. También ha sido siempre el fondo de horizonte de muchos días de mi vida, camino del colegio, o del instituto, o de la pista de básket. La he subido muchas veces, pero este domingo fue la primera vez que escalamos su vía más bonita, un corredor de ambiente impresionante y nombre comunero, por no decir otra cosa: El Tubo de Todos. El viento era feroz y la nieve dura. Ramón iba delante, abriendo vía, dando ánimos y haciendo casi todas las fotos. En la cumbre, el viento nos doblaba, y había que apretar mucho los dientes para no volar (eso creía yo). Ya bajando, resguardados en rocas protectoras, compartimos un bocadillo de salchichón. A lo lejos, en el azul impresionante, se veían las 4 torres de Mórdor

domingo, 11 de enero de 2015

Vaya semanita

Lo hermanos Kouchi quieren vengar a los niños palestinos e irakíes asesinados en las guerra de Oriente medio, dicen. Para ello no disparan contra el Tzahal ni contra el Pentágono, sino contra un grupo de dibujantes cómicos armados de lapiceros, sacapuntas y gomas de borrar.
La ciudadanía occidental queda traumatizada por el odioso atentado y para demostar su dolor proclama a todos los vientos que "todos somos charlie". Casi al mismo tiempo, miles de personas son asesinadas en Nigeria, Siria, Afganistán y otros lugares del mundo, pero eso a nadie le importa, porque sólo somos Charlie.
Graves mandatarios occidentales, participantes activos en guerras que han producido miles de víctimas inocentes, promotores de asesinatos ilegales mediantes drones y otros artilugios tecnicos, responsables en buena medida de la desigualdad, el hambre y la catastrofe ecológica que asolan el mundo, se manifiestan contra el atentado de París porque ellos defiende la democracia y la libertad de expresión y detestan el terrorismo, dicen.
Algunas personas de la izquierda rara afirman que Charlie Hebdon ejercía la islamofobia y el racismo y que los árabes sufren mucho y están oprimidos. Olvidan en su análisis que hay muchos árabes que ejercen la opresión y el racismo, son sólidos aliados de occidente, financian grupos armados para defender sus intereses y mantienen en sus estados terribles dictaduras teocráticas. Por lo leído en estos análisis, cabe deducir que los caricaturistas de Charlie se la buscaron. También cabe deducir que la simplificación y la tergiversación no nos enseñan nada, salvo el redoble estéril de nuestros prejuicios.
En muchos lugares de Europa crece, al tiempo, y ahora sí, la islamofobia, obviando que la mayoría de nuestros vecinos árabes son buenas y amables personas, que trabajan mucho, suelen ganar menos que los demás y poseen elementos culturales muy positivos. En esta ceremonia de la confusión, que nos asola y nos estupidifica, espero que no sean ellos los cabeza de turco. Que no lo sea nadie.