Empieza Agosto y las asimetrías nos despellejan. Los aeropuertos se
llenan de viajeros a punto de embarcar. El sur espera con los brazos
abiertos y las venas abiertas. Allí, sin embargo, no hay inspecciones
técnicas para aeroplanos, sino carpinteros de rivera calafateando
pateras y cayucos con estopa. En un caso todo serán facilidades en el
tránsito, no más molestas que satisfacer tasas, pagar visados o ponerse
alguna que otra vacuna contra enfermedades
raras. En el otro, se inicia una aventura de final incierto y diversas
certezas: se pasarán penurias, nadie tendrá tregua y la conquista de la
dignidad se comprará con sangre.
Las asimetrías son largas:
kilómetros de vallas o leguas marítimas; y oscuras, centros de retención
y celdas abarrotadas. No hay hoteles ni sábanas blancas a este lado del
estrecho. Quizá sí, si se tienen los papeles apropiados, pero esto es
más difícil que una lluvia de whisky. En los CIEs, cárceles para
inmigrantes, se puede penar durante años delitos no juzgados o ni
siquiera existentes. Los viajeros en el sur vivirán aventuras
prefabricadas, salvo que el ISIS ande cerca. Cuando los problemas son
severos, no se cambia de táctica, sino de destino. Así el Rally
París-Dakar, que conserva su nombre pese a que ahora pisotea desiertos
americanos.
Los gobiernos de Europa han decidido reforzar esta
situación, y la masiva respuesta de sus ciudadanos ha sido acudir en
tropel a las agencias de viajes para sacar su vuelo veraniego.
Necesitamos olvidarnos de los problemas en las vacaciones de verano.
Narcóticos, chutes, drogas duras.
Pero dicen que India pronto
tendrá más habitantes que China, y que el cambio climático acelerará
los flujos migratorios, las guerras, el hambre y la barbarie. No he
visto a ningún partido político, emergente o viejo, que ni de lejos
plantee un discurso serio sobre estos asuntos turbios. Nadie lo
menciona. Nadie menciona el mundo donde vivimos. Nadie menciona nuestra
parte oscura. Dicen también que el ordenador con el que escribo estas
líneas utiliza materiales manchados de sangre de coltán africano. Y este
hecho es otra asimetría más y un símbolo que hiere. Es mejor irse de
vacaciones, sí. Me tiro yo la primera piedra. Esa, para mí. Pero en vez
de autolapidarnos con ella, empecemos a construir un mundo más justo
antes de que este se nos caiga definitivamente encima.
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